LA
SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO Y LA MENTE
El conocimiento debe distinguirse de la información. Poseer
conocimientos, sea en la esfera que sea, es ser capaz de realizar actividades
intelectuales o manuales. El conocimiento es por tanto fundamentalmente una
capacidad cognoscitiva. La información, en cambio, es un conjunto de datos,
estructurados y formateados pero inertes e inactivos hasta que no sean
utilizados por los que tienen el conocimiento suficiente para interpretarlos y
manipularlos. Esta diferencia asume todo su sentido cuando nos interrogamos
acerca de las condiciones de reproducción del conocimiento y de la información.
Cuando la reproducción de la información sólo cuesta el precio de la copia, la
reproducción del conocimiento cuesta mucho más puesto que lo que se debe
reproducir es una capacidad cognoscitiva, difícil de explicitar, ya que según Polanyi, 1966 “se sabe más de lo que se
puede decir", y de transferir de un individuo a otro. Durante mucho tiempo
la reproducción de los conocimientos utilizó, por consiguiente, principalmente
el sistema del aprendizaje con el maestro, así como el sistema de relaciones
entre personas de una misma profesión o de una misma comunidad de procedimientos.
Estas formas de reproducción del conocimiento siguen constituyendo, por lo
demás, el juicio de numerosos oficios y tradiciones. Con todo, se pueden poner
en peligro cuando ciertos vínculos sociales se debilitan, el contacto entre
generaciones se rompe, en resumen, cuando las comunidades profesionales ya no
asumen esas funciones de memorización y de transmisión de saberes. En estos
casos la reproducción del conocimiento ya no produce efecto y el olvido y la
pérdida de saber son inminentes.
La cantidad total de conocimiento humano acumulado va en aumento. Sin embargo,
se puede afirmar que la información se está acumulando a una velocidad mucho
mayor que el conocimiento y que la transformación de la información en
conocimiento se está quedando atrás. Desde ese punto de vista, la sociedad de
la información sería una definición más precisa.
Se dice que vivimos en una sociedad del conocimiento, una sociedad en la
que quien no puede acceder a las múltiples formas culturales de representación
simbólica de la realidad está social, económica y culturalmente empobrecido.
Sin embargo, el acceso a ese conocimiento culturalmente generado no es fácil, En
este sentido, el creciente valor del conocimiento y su gestión social en
nuestra sociedad deberían revalorizar también la importancia de los procesos de
adquisición de conocimiento, ya que son una de las herramientas más poderosas
para esas nuevas formas de gestión social del conocimiento. Los acelerados
cambios en la sociedad del conocimiento, que para quien no dispone de esas
herramientas cognitivas se queda sólo en una sociedad de la información, requieren
nuevas formas de aprender, de adquirir ese conocimiento, que son diferentes,
cuando no contrarias a los dispositivos de aprendizaje que todos nosotros
tenemos, como consecuencia de la evolución, como parte de nuestro equipamiento
cognitivo de serie.
Los sistemas educativos deben afrontar la nueva demanda no sólo de
proporcionar conocimientos a los ciudadanos de transmitirles el bagaje cultural
acumulado, sino también de reconstruir la mente humana, promoviendo nuevas
formas de conocer, verdaderas restructuraciones cognitivas o cambios de
mentalidades, que resultan muy difíciles de lograr en la medida en que buena
parte de esos nuevos conocimientos que se quiere distribuir requieren funciones
cognitivas que van más allá de ese equipamiento cognitivo de serie con el que
todos venimos al mundo.
En este mismo orden de ideas, la educación debe servir no sólo para
diseminar la cultura sino también para repensarla y transformarla. El estudio
de los procesos de adquisición de conocimiento, de los sistemas mediante los
cuales la mediación cultural reconstruye los formatos representacionales y, en
definitiva, la estructura cognitiva de la mente humana, nos permite también
comprender que esos sistemas culturales de conocimiento, tienen también una
estructura cognitiva, están sujetos a las restricciones que la propia mente
humana, como consecuencia de su naturaleza inicialmente encarnada e implícita,
les impone. No se trata sólo de que la educación reconstruya las capacidades de
la mente humana en el marco de la cultura, sino también de crear un espacio en
el que la cultura se humanice, adaptando esos sistemas simbólicos de
representación a las capacidades mentales de quienes deben apropiarse de ellos.
En estos tiempos inquietantes en los que las incertidumbres de la sociedad del
conocimiento y de la cultura posmoderna generan una huida cognitiva en busca de
nuevas verdades, en estos tiempos en los que la certeza y la seguridad se
anteponen a la libertad de dudar, el Sueño de la Ilustración nos debe empujar
no sólo a en culturar la mente de los alumnos en nuestras aulas, sino también,
y por qué no, a contribuir en ellas a humanizar la cultura, esa herencia que
nos ha sido transmitida.
Para la UNESCO el concepto pluralista de sociedades del conocimiento va
más allá de la sociedad de la información ya que apunta a transformaciones
sociales, culturales y económicas en apoyo al desarrollo sustentable. Los
pilares de las sociedades del conocimiento son el acceso a la información para
todos, la libertad de expresión y la diversidad lingüística y consideran La
sociedad de la información piedra angular de las sociedades del conocimiento
Prof. Glenys Aro
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